Actualmente la prevención secundaria se puede obtener con el uso de la Anti-IgE, que confiere en una cierta protección en casos de ingesta accidental de pequeñas cantidades del alérgeno alimentario en cuestión. La
sensibilización a alergenos alimentarios tiende
a producirse en los primeros meses de
vida, por lo que es en este grupo de edad
sobre el que deben incidir las medidas preventivas.
La promoción de la lactancia materna,
junto con la restricción de alimentos alergénicos
en la dieta de las madres lactantes de
niños de alto riesgo, el uso de fórmulas de
alto grado de hidrólisis si no es posible la
lactancia materna y el retraso en la introducción
de la alimentación complementaria, comenzando
siempre por los alimentos menos
alergénicos y demorando la introducción de
la leche de vaca, el huevo y el pescado hasta
el año de edad, son las recomendaciones
mayoritariamente aceptadas para su prevención
en los niños de alto riesgo y disminuyen,
o al menos retrasan, la aparición de síntomas
alérgicos. Su aplicación indiscriminada en la
población general no está justificada.
B. Ferrer Lorente, A. Nieto García*, A. Nieto García**, J. Dalmau Serra. (2015). Tratamiento y prevención. 15 de Noviembre de 2016, de Centro de Atención Primaria de Alaquás. Valencia Sitio web: https://www.gastroinf.es/sites/default/files/files/SecciNutri/ALERGIA.pdf
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